¿La creatividad: un lugar olvidado en la educación?

Entre 2014 y 2016, con un colega de la Maestría en Docencia de la Universidad de La Salle, acompañamos a veintinueve estudiantes en una investigación sobre Creatividad y educación. Producto de esta trayectoria, es un libro que recién sale a luz. Aquí la introducción del mismo.

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Parece que la idea de creatividad, tan asociada hoy a la vida empresarial o comercial, resuena extraña o difusa en el ámbito educativo. Pero si de tender puentes entre una educación significativa y para la vida se trata, nada más necesario que enseñar la creatividad.

Ésta la podemos concebir como una forma de la inteligencia liberadora, a diferencia de la inteligencia animal cautiva (Marina,2011) que nos permite conocer la realidad y transformarla. La creatividad, en tanto forma de pensar (Romo, 2009) que busca problemas –antes que eludirlos- para darles soluciones originales trabaja sin descanso en pos de un objetivo vagamente definido para el propio creador, en las horas de labor y en las horas de ocio, en la vigilia y –al parecer, también- en el sueño, hasta que se alcanza para, inmediatamente, plantearse otro nuevo y comenzar otra vez el ciclo; una forma de pensar cuyo resultado último es una ingente productividad en una vida de trabajo. Una forma de pensar que juega con ideas muy dispares conectándolas, que mira sus cuestiones con enfoques muy diversos, que elige temas –a veces inesperados, de la infancia incluso -para enfocarlos de manera insólita, insospechada, totalmente novedosa. En definitiva, una forma de pensar que se vale más que ninguna otra de la metáfora y en ese ir y venir de lo nuevo a lo antiguo, transita entre lo conocido y lo desconocido, lo obvio y lo insólito, lo familiar y lo extraño. Forma de pensar que se encuentra finalmente con un producto que es original y, que, a la vez, es celebrado por los demás (Romo,2009).

Desde otra perspectiva, Gardner define al individuo creativo como “una persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo que al principio es considerado nuevo, pero que al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto” (Gardner,1999: 53). Así visto el asunto, se comprenderá que sí es posible enseñar en los procesos educativos la creatividad, entre otras razones, porque los retos que nos asisten, las crisis éticas, económicas y planetarias que nos rodean y asfixian, nos impelen a pensar que sí es dable vivir de otra manera. A respirar otro aire, a darle un vuelto a esta “verdad” según la cual nacimos para producir, consumir y volver a producir y consumir. Enseñar la creatividad nos da la posibilidad de descubrir la vida más allá de la fábrica, el monopolio, la cadena bancaria y las modas y las marcas. La creatividad, hoy en día en la educación, bien podamos afiliarla con las relaciones éticas, la convivencia y el bienestar de todos y del planeta. Si ella ha sido territorio básicamente detentado, por fortuna, por las artes y las ciencias y, no tan afortunadamente, por el mercado de capital, será legítimo y urgente vincularla también con los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Por supuesto que este empeño no es nuevo en absoluto. Diversas teorías y enfoques, especialmente de corte sicológico y desde la primera mitad del siglo pasado, han propiciado la emergencia del tema. Pensadores como Gardner (1999), Koestler (1964), Eysenck (1995), Stenberg y Lubart (1997) y Bellon (1998), entre otros, la han venido cada vez más haciendo explícita, pero en el campo de la educación formal apenas ocupa un lugar accesorio, reservado más a las “humanidades”, que le han dado ciudadanía de segunda o tercera categoría, desconociendo que todo acto humano y que la “realidad” y la “verdad” mismas son unas de sus manifestaciones. La creatividad, una de las varias cenicientas de la educación institucional, requiere un lugar central y transversal en la formación de hoy para para pensarnos y vivir de otra manera.

Pero, ¿cómo podemos enseñar la creatividad? Al respecto, diez grupos de investigación de la Maestría en Docencia se dieron a la tarea de indagar sistemáticamente qué es eso de creatividad y cómo se puede enseñar de forma creativa. Los documentos-compendio que siguen, dan razón de tal itinerario de los maestrantes que durante cuatro semestres fueron tras huellas y posibles escenarios para el docente que quiera repensar y resignificar su acción educativa.

Rodolfo Alberto López D.

 

Referencias citadas

 

Bellon, M. (1998). Descubrir la creatividad. Desaprender para volver a aprender. Madrid: Pirámide.

Eysenck, H. (1995). The natural history of creativity. Cambridge: University Press.

Gardner,H. (1999). Mentes creativas. Barcelona: Paidós.

Koestler, A. (1964). El acto de la creación. Londres: Hutcinson. Traducción de Eva Aladro, en: Cuadernos de Información y Comunicación. Departamento de Periodismo III. Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid.

Marina, J. (2011). Teoría de la inteligencia creadora. Barcelona: Anagrama.

Romo, M. (2009). Psicología de la creatividad. Barcelona: Paidós.

Sternberg, R., y Lubart, T. (1997). La creatividad en una cultura conformista. Un desafío a las masas. Barcelona: Paidós.

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